En las cimas de las montañas,
el Rey del Invierno extiende su manto blanco de nieve, así los duendecillos de la nieve pueden corretear y jugar sin parar.
Como la nieve lo tapa todo, muchos animalitos pasan bastante hambre.
Menos mal que este niño, bien abrigado, sale al campo y les deja unos cuenquitos con comida para que puedan resistir el duro invierno.